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Café Society


Esta película está ambientada en los años 30, durante la segunda edad de oro de Hollywood. Steve Carell es un famoso representante de artistas que es requerido por su hermana para que enchufe a su sobrino. Este está interpretado por Mark Zuckerberg, al que juré odio eterno desde el primer instante en que le vi, pero eso no hará más subjetiva esta reseña.

Tras hacerle esperar un par de meses, un día le recibe y le da trabajo como su recadero. Para que conozca la ciudad se lo encaloma a una de sus jóvenes secretarias. Como es natural, él se enamora de ella y ella... bueno, la chica está interpretada por la emo de Crepúsculo, así que sus sentimientos son confusos. Quizá se le pueda conceder que fue un acierto su casting, por esta razón. En realidad la chica tiene novio, pero, oh sorpresa, ¿a que no sabéis quién es? Pues el tío de Zuckerberg. Esto no es como el niño que veía a Bruce Willis muerto, se veía venir.

Emo Crepuscular tendrá que elegir entre ambos y se quedará con el tío rico y sofisticado, porque será una acelga interpretativa pero de tonta no tiene un pelo, mientras que él volverá a su ciudad natal, Nueva York, para hacerse con las riendas de un club nocturno regentado por su hermano mafioso. Finalmente sentará cabeza, será padre, etc, etc. Ya está.

Es la historia de dos personas que se quieren pero se casan con otras personas. Hay un trasfondo de gangsters... No sé, más que una película me da la sensación de haber visto un pedazo de la vida de los protagonistas. No hay desenlace, o mejor dicho, el desenlace se produce a mitad de la cinta, cuando la chica decide casarse con el tío del prota y este, pasado un tiempo, se casa con otra chica. El resto es... Ni siquiera sabría decir a qué género pertenece, si no damos por bueno el género "Woody Allen".

Todas sus películas tratan los mismos temas: Miedo a morir, el judaismo y los judios, el amor entre personas de distintas edades, Nueva York como centro del universo (que digo yo, tan fantástica no debe de ser cuando ha necesitado de un siglo de propaganda cinematográfica para alcanzar el status de capital mundial). Lo único, que no está protagonizada por el director neoyorquino. Me imagino a Woody Allen tras la cámara mordiéndose el puño en cada escena mientras masculla: "Ahí debería estar yo, ¡YO!"

Y no puede negarlo, porque en según qué escenas, si cierras los ojos creerás que estás escuchando a Allen, con sus expresiones típicas, su forma de enlazar los conceptos... He de reconocer a regañadientes que al menos el doblador de Zuckerberg lo hace muy bien. Otro inconveniente del film es que abarca un periodo de tiempo amplio. Aquí pasan varios años y los actores están igual. Es que no se han molestado ni en ponerles una arruga, una pequeña cicatriz, un peinado más de viejo, nada, lo cual se carga la ambientación. De esta, aparte del maravilloso vestuario y los decorados, hay que destacar una banda sonora compuesta por temas de jazz, seguramente tocada por su grupo, para ahorrar costes y por puro ego. De Woody Allen me espero cualquier cosa.

Película recomendada para fans acérrimos de Woody Allen y para todos aquellos que se meen en la estructura clásica de Presentación-nudo-desenlace. ¡Es que no te podría decir cómo termina! A media película le dan calabazas al prota, a los diez minutos ya se ha casado con una modelo de Playboy, cinco minutos después va a tener un hijo/a... pero ¡aún quedan 40 minutos por delante! Para mí, que se equivocaron en la mesa de montaje.
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