Dr. Strange es un personaje... "extraño". Como persona es muy normal, un cirujano pariente del Dr. House que tiene un accidente en el que pierde el manejo de las manos lo que le obliga a retirarse y buscar cualquier remedio, por absurdo que pueda sonar, para volver a su antigua vida, ya que no sabe hacer otra cosa, al menos no por la que le paguen seis cifras. Resulta que la solución es la magia. Claro, recupera sus manos pero pudiendo ver a través de la ropa de las mujeres, ¿para qué va a volver al hospital? Se pasa entonces el tiempo en dimensiones extrañas y planos de la realidad infernales, impidiendo que todo tipo de demonios invadan la Tierra y a sus sexy enfermeras.
Sus historias en el cómic van más enfocadas a la magia y la brujería. Son historias de posesiones, de gente que arde porque sí, de planos místicos con muchos colorines y música de Vangelis. Trasladarlo a la gran pantalla no era un desafío técnico pero sí enfrentarlo al espectador medio de cine de superhéroes que lo único que espera es tíos en mallas ajustadas y muchas explosiones, por eso... A ver, debería haber escrito esta reseña, crítica o lo que quiera que sea hace muchos meses, cuando la vi. Ahora no lo recuerdo. Solo sé que como en las películas malas de Kung Fu, hay un antiguo alumno que superó al maestro y se volvió malvado, que termina por matarlo pero antes de expirar, este cede el testigo y el deber de detener al pupilo descarriado a un nuevo alumno: el Dr. Extraño. Aunque el enemigo principal es Dormammu, que es un demonio de los chungos y que está siempre como si le dijeran a cada instante que su suegra se va a ir a vivir a su casa.
A ver, Benedict Cumberbatch no pega como superhéroe. En los cómics, Stephen Strange es cirujano, sí, pero esta "mazao". El bueno de Sherlock, por el contrario, es un tirillas al que no pueden dar volumen ni con ropa diseñada por ordenador. Luego tiene puntos de humor propios del Universo Marvel y en líneas generales se puede decir que es un homenaje a Origen. Ya que la historia es de segunda categoría, al menos apabullemos al espectador con un delirio visual. La doctrina del shock aplicada a la cinematografía.
Por otra parte, la escuela de magia tibetana donde han estudiado todos parece un colegio de curas, porque otro de los alumnos se vuelve malvado ya al final de la cinta, dando pie a una posible secuela. No me extrañaría que allí hubiera estudiado también Aznar y el tío este de Telefónica... sí, hombre... Modok. Un detalle que no he logrado borrar de mi cabeza, y eso que con el resto de la película no he tenido problemas, es el papel del Maestro. Está interpretado por una mujer calva, pero ¿se suponía que era una mujer? ¿Estaba haciendo el papel de un hombre como la chica esta que hizo de Torquemada? No sé, a mí me sacó mucho de la película, empresa para nada complicada, por otra parte.
¿Habrá una segunda parte de las aventuras de este hechicero hijo de Agamotto? Lo dudo. Tras Infinity Wars le espera a Marvel una empresa complicada. Tendrá que retirar a grandes pesos pesados como Robert Downey Jr., el Capitán América y Thor, aparte de otros menores como Ojete de Halcón y Viuda Tetona, aunque sea por una simple cuestión de edad. El problema es que nadie puede reemplazarlos. ¿Abrazarán las películas el universo multicultural y andrógino que ha creado en los cómics? Buena suerte con ello.
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