Con tristeza y con pesar he de anunciar que la serie ha alcanzado el que yo llamo "Punto FF", aquel a partir del cual sigues viendo una serie porque después de tanto tiempo quieres saber cómo termina, pero cuyos capítulos son tan insufribles que vas avanzando hacia adelante cada cinco segundos incapaz de soportar las soporíferas escenas.
El capítulo de hoy trata la búsqueda y rescate del Capitán Regordete, nunca recuerdo su nombre, herido, con el zurrón de las semillas colgado en bandolera y caminando perdido por la isla de Cerdeña. Los soldados del Nathan James van de aquí para allá hasta que al final le encuentran subido a un campanario, como una vulgar cigueña, y vuelven al barco. El resto del metraje que no ocupa esta trama, podremos ver escenas del pasado del Capitán Regordete que no vienen a cuento. Si hubiera muerto, pues todavía, pero es que sigue vivo. Relleno del malo que finaliza con la típica canción lacrimógena de reunión de grupo en el bar tras una jornada dura de trabajo. Para llorar. A destacar la escena en que rememora cómo se conocieron Chandler y él. Entra este en el puente de mando del Nathan James y le comenta lo afortunado que es por tener el mando de ese barco. Luego, Regordete se sienta en su silla. Dos minutos de mi vida perdidos para siempre. Igual había más pero es que le di para verlo más adelante y ya está.
En la tercera temporada los guionistas me sorprendieron con un remedo de clon de 24, con mucha intriga, personajes carismáticos, ese Takehaya ahí, una acción medida y muertes muy sentidas. No esperaba algo tan bueno tras cerrarse el arco postapocalíptico en la segunda temporada. Estaba claro que resucitar la idea de "fin del mundo" en esta, mostraba la falta de ideas de los creadores, que solo buscan el lucimiento de la Marina Estadounidense y los músculos del Capitán Chandler.
En fin, episodio de verguenza superado fácilmente por cualquiera elegido al azar de cualquier temporada de El Equipo A. No merece la pena escribir más, y eso que se ha destapado por fin el malvado principal de la serie, que no es más que un viejo profesor de filosofía que hace de utillero para los boxeadores de Jordi Wild. Tócate los cataplines. Mirando el lado bueno, no me llevará mucho tiempo terminar la serie. Quizá en 20 minutos pueda despachar los seis capítulos que quedan.
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