A medio camino entre el documental bélico y un reality show, se nos muestra unos días cualesquiera de la Compañía Golf, 2º batallón, 5º de Marines en el valle de Helmand, durante la Operación Branding Iron. Sus miembros son presentados como si fueran los protagonistas de Jersey Shore, mostrando sus modernos cortes de pelo y su mejor sonrisa a cámara.
Tras la introducción, comienza una presentación más exhaustiva de los miembros de la Compañía seleccionados para el reportaje. Curiosamente, todos los soldados son bien parecidos. No es que yo entienda de esas cosas, pero un joven alto, en forma, rubio y con ojos azules, es considerado atractivo según los estándares estéticos de las últimas décadas, y en este pelotón hay varios. También hay uno enano, pero no nos vamos a meter con él.
Esto, unido a la sensación de teatralización que se huele en todo el metraje, me hace pensar que la finalidad del mismo sea, aparte de informar de forma superficial en casa sobre el trabajo que realizan sus muchachos, servir de propaganda para aumentar los índices de reclutamiento entre los jóvenes. Hay una escena que ejemplifica el aire de cartón piedra del documental: un soldado comprueba la única entrada a un complejo en busca de minas, ¡pero ya hay soldados dentro! Que puede que hayan entrado a pecho palomo, pero lo dudo.
No falta el conocido lema de todos los soldados desde que vieron en el cine Black Hawk Derribado: En último término, no luchas por tu país, tu presidente o tu estilo de vida, luchas por tus compañeros, por los que tienes al lado. Que no digo que no sea verdad, de hecho la supervivencia de los demás asegura la tuya, pero no es menos cierto que esto hace que evites preguntarte por qué estás en el culo del mundo pegando tiros a mayor gloria de los oligarcas de turno. No es lo que se espera de un soldado, la verdad. Y por otra parte, si te has alistado es porque no te importa o no te preguntas esas cuestiones, pero las cosas son como son.
Tras conocer brevemente las historias personales de algunos soldados, del estilo "Mi padre es un hijodeputa que solo espera de mí que mate muchos moros y le da igual que vuelva vivo o muerto", da comienzo la mencionada operación, cuyo objetivo es matar talibanes. Vamos, las mismas patrullas "Search and Destroy" de la Guerra de Vietnam. Así, nadie se debe sorprender que siga la guerra quince años después. De hecho, las similitudes con el conflicto asiático no terminan ahí, los talibanes también cuentan con una red subterránea de túneles en la que los americanos no se atreven a entrar, enviando en su lugar a robots que graban unas imágenes en las que no se distingue nada.
Los soldados aterrizan en un lugar perdido de la mano de dios y la voz en off comienza a narrar unos hechos que no vemos en ningún momento, deleitándonos en su lugar con imágenes nocturnas del cámara echando los hígados porque en lugar de ir al gimnasio se pasó los últimos 20 años de su vida comiendo Doritos.
Tras un paseo por el campo, son atacados desde un lugar indeterminado. Les disparan sin parar. No ven a los atacantes. Te das cuenta de la inutilidad de las tácticas americanas o al menos del despilfarro que llevan aparejadas. Han ido para acabar con los talibanes de la zona y ahí están, sentados en un campo de amapolas resecas esperando refuerzos. Hacen despegar a un helicóptero desde la base, un tanque va hacia allí, ¡y puede que solo sea un tío con un AK 47! Desde luego sería absurdo para los americanos cargar a lo Braveheart solo para eliminar a un puñado de talibanes, en una acción sin relevancia estratégica o táctica, pero gastar tanto dinero de esa forma... que el helicóptero no lo mueves con buenos deseos, necesitas gasolina, al piloto, pagar horas extra... Yo creo que los talibanes esperan ganar la guerra haciendo que los americanos se gasten hasta el último centavo en armas, algo que ya pasó en Vietnam, y que provocó la chispa que desembocó en la gran traca de la crisis de 2008 que destruyó lo que quedaba de capitalismo; con lo que no cuentan los afganos es con la impresora de la FED.
En otra escena, le disparan un Javelin ¡a cinco tíos! Un Javelin, misil que solo tienes que apuntar, disparar y él solo se dirige al objetivo, cuyo coste es de cuarenta mil cucas la unidad y 125.000$ el lanzador, diseñado para destruir tanques de millones de dólares y lanzado contra una cuadrilla de moros. Que, obviamente, la vida de una persona no tiene precio y el del Javelin que ha salvado, hipotéticamente la de uno o varios soldados, es ridículo en comparación, pero genera dudas de la viabilidad económica de la empresa. No están tomando Omaha Beach, están en mitad del campo afgano buscando a quién cargarse. Al menos en Vietnam iban con sus M16 y un puñado de granadas nada más.
Las palabras finales de un teniente dejan clara su estrategia: Si se les acerca alguien con un AK 47, ellos llevan un tanque. Si portan una ametralladora, les lanzan una bomba de 200 kg desde un avión. Claro que sí, guapi. Paga alegremente el contribuyente americano. Eso es lo que yo llamo: matar moscas a cañonazos.
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