En los últimos años el sentir del público con respecto a los remakes es unánime: todo es una mierda. Algunas veces esta opinión está razonada y tiene cierta base sólida, pero con The Predator las hordas interneteras han patinado estrepitosamente. Para empezar ni siquiera es un remake, pues se enmarca en la misma línea temporal de las dos primeras, toda vez que se nombran durante el metraje las anteriores visitas del Depredador en el 87 y el 97. De hecho hay una unidad especializada en tan peligrosos seres, al igual que veíamos en Predator 2, con un Gary Busey que todavía controlaba. Creo que en esta sale el hijo, o al menos alguien que se le parece mucho.
Entiendo las críticas. Después de Predators, injustamente vilipendiada y hoy día olvidada, se esperaba una vuelta a los orígenes de la saga, con un héroe típico que tuviera que afrontar la amenaza de los jamaicanos del espacio a base de testosterona líquida. Pero los tiempos han cambiado y los héroes de acción murieron con aquella peli de Schwarzenegger, precisamente. Pese a ello, Shane Black, el director, nos ofrece una comedia de acción típica de aquellos dorados 80, donde los ciclados dominaban las pantallas a base de batido de proteínas. Encima, se ríe de las películas clásicas, empezando con el nombre, pues la protagonista duda en un par de ocasiones de que sea correcto llamar a la Whoopie Goldberg alienígena "Predator" cuando más bien caza por deporte. A eso se le suma la parodia de una frase mítica de Schwarzenegger en la original, que causará hilaridad a todo el que conozca la historia, pues en España, al estar doblada, no nos enteramos de la misa a la mitad.
Por si esto no fuera suficiente, encontramos una subtrama, más bien detalles, de una relación padre - hijo, que no esperas encontrar en una peli con bichos cortando cabezas, la verdad. Se ve que Shane Black tiene debilidad por rodar historias con niños, como ya pasó en IronMan 3, otra que recibió palos por lo mismo. Sin embargo, en los 80 era común encontrarse con personajes infantiles en películas de acción, como en Commando o El último gran héroe, curiosamente protagonizadas por nuestro austríaco favorito. Y no es Hitler, que os conozco.
Los fans no pudieron soportar esto y se inicio el enésimo llanto y quejido generacional de infancias destrozadas, pero The Predator no invalida a las anteriores. No entiendo a esa gente que prefiere que no se haga nada con sus personajes favoritos antes de que se haga algo que no se ajuste a sus expectativas. Si no te gusta algo, no lo veas. Tan simple como eso.
De la historia, pues bueno, un Depredador con adn humano escapa a la Tierra perseguido por sus congéneres, que se están metiendo de todo para estar más fuertes, algo que va contra las normas de la caza, creo yo, pero qué sabré, que solo he cazado los pollos asados del supermercado. No me queda claro por qué viene a la Tierra. ¿Le tiran los genes padres? ¿Es por casualidad? ¿Viene huyendo o a traer algo a los terráqueos? En la película se dice que viene a traernos un arma anti-Predators, pero nada más llegar lo primero que hace es colgar como un salchichón a uno de los miembros del equipo del protagonista, al que encierran con un pelotón de chiflados para que no diga nada, pero por aquellas cosas de la vida y de los guiones, se ven envueltos en la caza del asesino galáctico, que al final es desmembrado por un Predator King Size, que se convertirá en el nuevo quebradero de cabeza. Y mientras tanto está el grupo gubernamental que busca hacerse con los secretos alienigenas y que dan color al filme.
Película entretenida, no tanto como las otras, eso es verdad, que hubiera tenido un final cinco estrellas si de la cápsula Predator hubiera salido, en lugar de la armadura, un xenomorfo, como el director nos quiso engañar al mostrar toda esa baba viscosa típica de los aliens de Giger. Se ve que todavía no están listos para un remake de Alien vs Predator.
A modo de trivia, Shane Black participó como actor en Depredador y fue guionista de El último gran héroe.
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