Los niños le llamaba Don Cristal. No tengo muy claro si queda mejor en castellano que en inglés, y los encargados de titular la nueva película de Shyamalan creo que tampoco. A decir verdad, de haberla llamado Cristal, a todos nos hubiera venido a la memoria la que quizá haya sido la telenovela más famosa de la historia de España, por encima de Pasión de Gavilanes y la de la fea esa que no era tal. Otra opción hubiera sido "Don Cristal", pero suena a detergente o limpiacristales.
Estamos ante la última entrega de una trilogía que tomó forma en una escena poscréditos de Múltiple, en la que veíamos a Bruce Willis en el papel que hacía en El Protegido, uniendo a estas dos cintas para deleite de todos los amantes de este tipo de coincidencias. Yo mismo renuncié en un principio a ver Múltiple porque pensé que se trataba del enésimo thriller con psicópata asesino, y tuve que cambiar de parecer al enterarme de que compartía universo con la película de superhéroes del director hindú. Igual es de Ohio, pero qué más da.
Tras ver dicha escena intuía que estuviera en mente de algún productor o del director el continuar la historia, toda vez que Mad Xavier no era capturado al final de la cinta. Lo que no esperaba es que se estrenara tan pronto.
Glass es la constatación de que los héroes de la llamada Generación EGB están llegando a su fin. Tanto Samuel L. Jackson como Bruce Willis salen muy poco y se mueven menos que un maniquí dentro de una nevera. No están para muchos trotes ni siquiera aunque el chubasquero de Willis se preste a que le sustituya un doble sin problemas. Están viejos. No solo ellos, también el resto de cantantes, deportistas, políticos, escritores, dibujantes... Es una apocalipsis cultural que se desencadenará sobre el mundo a no mucho tardar, dejando huérfanas diversas artes humanas pues no hay sustitutos a la altura.
Y sí, Mad Xavier lo hace muy bien pero ya no es lo mismo que antes. Quizá de eso vaya la película. Estuve esperando gran parte del metraje que la película se agrandará, que abandonara los muros de la institución mental donde son recluidos los protagonistas para tratar de curarles de su paranoia superhumana, pero no fue así. A lo más que llegan es al patio, donde son asesinados por una misteriosa asociación que se dedica a acabar con todo aquel humano que muestre una aptitud fuera de lo normal. ¿Habrán acabado con Rocco Sifredi fuera de cámara? La duda quedará ahí.
Habría muchas cosas para comentar, pero como soy simple como una ameba, me llamó la atención que la acción tenga lugar solo tres semanas después del final de Múltiple y que el personaje de Shyamalan haga un cameo totalmente innecesario.
Con todo, lo más sorprendente y lo que genera más reflexión, es la escena final donde la conspiración de la mencionada organización es expuesta al mundo por una filmación tomada en la batalla que tuvo lugar en el patio del loquero. La gente de pronto comienza a comentarlo, aparece en los noticiarios... y entonces me di cuenta del mundo en el que estamos viviendo, donde ver ya no es creer.
Si mañana mismo apareciera en nuestros televisores imágenes de una persona doblando el metal o volando por los aires, de inmediato pensaríamos que estamos ante una campaña publicitaria o un engaño. Los medios de comunicación visuales han perdido absolutamente toda la credibilidad. Lo que emiten las pantallas es puro entretenimiento alejado de una realidad que, por contra, nos negamos a ver con nuestros propios ojos. Es por esto que considero que esta película sea la que más miedo da de todas las de Shyamalan, porque sus ecos reverberan en nuestras vidas.
Aunque este ha negado que vaya a ver una continuación, hay una escena que me deja con ciertas dudas, cuando Don Cristal, a punto de morir, le dice a su madre que desde el principio fue una historia de orígenes. ¿De los superhéroes y la organización enemiga? De ahí podrían salir buenas historias. La pelota está en el tejado de la productora.
Publicar un comentario