Título premonitorio de lo que exclamarán los lectores de Ken Follet cuando terminen de leer una de las novelas más vergonzantes del autor, del que he de decir que fuí gran fan en su momento, cuando escribía sobre nazis y picapedreros.
Y es que en sus novelas sobre la segunda guerra mundial ya se le notaba ese afán por edulcorar las actuaciones de según que bandos o ciudadanos de determinados paises, un barniz maniqueo que sentaba bien a unas historias que necesitaban unos buenos muy buenos y unos malos terribles. Pero cuando se intenta hacer ficción de la actualidad, o política ficción si se prefiere, esto no tiene lugar.
En "Nunca", el autor británico habla del mundo que podría haber sido de no haber ocurrido el 11S, si nos hubiéramos creído las mentiras de la CNN sobre el sueño americano, un mundo anacrónico en el que la ONU es algo más que un edificio repleto de burócratas sin oficio ni beneficio que no pinta nada en el panorama internacional, en el que las parejas recrean un teatrillo de la seducción antes de follar, en el que la gente sigue viendo la televisión, con héroes perfectos con nimios defectos que solo sirven para realzar su grandiosidad, en el que los USA son el faro de la democracia y sus servidores públicos se desviven por el bien común, no ya de sus conciudadanos, sino de la humanidad... Su desconocimiento de la geopolítica actual y de las dinámicas de poder es desconcertante en un autor de su talla y edad que se ha ganado la vida con thrillers. Vale que es un libro y hay que forzar las cosas para que se haga interesante pero aquí se pasa de la raya.
El voluminoso libro se puede dividir en dos partes de igual extensión. En una se desarrollan los acontecimientos que confluyen en un conflicto militar a gran escala contra China, y en la otra, sin ningún tipo de relación con esta trama, se regodea en la historia de una inmigrante ilegal de un oscuro país africano en su camino a la luminosa Europa.
Cuando iba al instituto, en cierta ocasión nos mandaron un trabajo sobre las armas para clase de Ética. Como fuera, el día antes de entregarlo no tenía nada. ¿Qué hice? Escribí lo que pude sobre el tema y las restantes páginas las completé usando otro trabajo que encontré en los cajones de mi escritorio. Suspendí, claro, pero al menos no le estafé 20 euros a nadie. Y es que me parece de una verguenza supina el haberte incluido la historia de la inmigrante, ojo, muy bien escrita y a ratos interesante, para espesar una historia que era la que motivó a descComprar el libro. Más le hubiera valido sacar un libro con menos páginas, aunque a saber si no tiene un contrato que le obligue a que sus obras no tengan menos de 700 hojas, pero más interesante. Hubo algunos capítulos de la inmigrante que me salté o que leí en zig zag porque no me interesaban.
Da la sensación de que Ken Follet tenía pensada una historia y en algún momento se quedó sin motivación, inspiración o tiempo y entregó lo que buenamente pudo. Pues muy bien. No volveré a tocar un libro suyo ni con un palo.
Tras años alejados de los bestsellers, decidí leer el libro por la temática que trataba, más teniendo en cuenta los tiempos que corren, además de para mejorar mi forma de escribir, pero me he dado cuenta de que no quiero escribir de forma tan industrial. Da la sensación de que sus libros son el producto final de una cadena de montaje a los que se le aplica una plantilla que sus lacayos puedan rellenar sin problemas y de esa forma publicar el mayor número posible de títulos. Y me da igual que no sea así, es la sensación que transmite. Su estilo, eso sí, es inconfundible, describiendo con minuciosidad cualquier término o sigla que pueda despistar al lector, aunque muchas veces da la sensación de que lo hace para que todos veamos lo que ha aprendido el autor en el proceso de investigación. Además, describe personajes secundarios que no interesan a nadie con datos que no influyen en la trama del estilo: " A Sandy le gustaban las croquetas poco hechas, como las que hacía su madre en su Lousiana natal cada noche en que ella recordaba la ausencia de su padre, ausente desde que se fue a buscar tabaco en el 84".
Puntuación: 2 nazis de 5 gritándote en el oído "Raus"
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