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The imitation game


Dicen que la victoria tiene muchos padres (y no me refiero a la vecina del cuarto segunda). En el caso de la Segunda Guerra Mundial todo el mundo se atribuye el mérito de derrotar a Hitler, aunque al final fue cosa suya el apurar el jamón y tirar el hueso. Para los americanos, si no fuera por el desembarco de Normandía hoy estaríamos hablando alemán; los franceses... no tienen nada por lo que sacar pecho más allá de un grupo de muchachitas que ponían chinchetas en las sillas de los alemanes cuando estos iban al Moulin Rouge; los rusos cada primero de mayo hacen desfilar al "regimiento inmortal", que le dio la vuelta a la ofensiva alemana y terminó alzando su bandera en el Reichstag pagando el último precio, y a los ingleses les queda el honor de haber podido descifrar el funcionamiento de la máquina Enigma que usaban los nazis para comunicarse con sus unidades en los distintos teatros de operaciones, aunque la máquina que estudiaron se la deben a los polacos, a los que les llegó "por error".

Como todo producto de propaganda, o al que se le quiere dar una capa de interés, a esta cinta se le han añadido una pizca de falsedades, como por ejemplo que Enigma no fue el único código que usaron los germanos, algunos de los cuales no fueron descifrados durante la guerra. La película cuenta la historia de dicho proceso matemático a cargo de un equipo encabezado por el matemático Alan Turing, uno de los padres de la informática, de cuya biografía se dan apenas unas pinceladas para poner en contexto la historia, como su personalidad autista. No se centran en el personaje porque este fue objeto de una de las mayores felonías por parte del gobierno de un país al que ayudó a salvar y que le pagó haciendo escarnio de su homosexualidad, prohibida en aquella época. Hasta hace no demasiados años, su imagen pública no fue restaurada. La cinta es entretenida, al menos todo lo que puede ser una película con matemáticos como protagonistas.

Nos encontramos, en cualquier caso, ante una producción con alma de película de sobremesa, que solo destaca por su cuidada factura técnica y por tener a Benedict Cumberbatch encarnando el papel del matemático inglés. Si vais en un avión y necesitáis dormir, no lo dudéis y dadle una oportunidad.

Puntuación: 2 fallos en el test de Turing de 5

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