Barbershop, the next cut es la última de una franquicia de películas que tienen como leit motiv el sentir de la comunidad negra de un barrio conflictivo de Chicago. En esta última entrega, vemos cómo los trabajadores de la barbería se enfrentan al problema de las bandas y de qué manera pueden ofrecer una respuesta los afroamericanos a este y otros problemas, ahora que hay uno de ellos en la Casa Blanca, aunque para el momento en que se estrenó la película, ya estaba terminando su mandato.
Pocas, muy pocas películas que se autodenominan comedias me suelen parecer cómicas. Me declaro admirador de películas como Aterriza como puedas, Top Secret o Hot Shots pero pocas más han logrado que suelte una carcajada sincera y varias risas francas a lo largo de todo el metraje, quizá Zoolander y alguna más. En mi opinión habría que crear un nuevo género para esas películas, como de la que hablamos hoy, que sin llegar a causar ataques de risa, al menos te pone una sonrisa en la cara, que no es poco. Además, en Barbershop: TNC muere una persona, incluso, así que podría decirse que es una dramedia. Para los neófitos cinematográficos, algo así como un episodio de Médico de familia o en general cualquier producción de Globomedia.
Esta historia podría pasar por un telefilme de Antena 3 pese a estar producida por la MGM o New Line Cinema. De hecho gran parte de la acción transcurre en la barbería, sin apenas exteriores dignos de mención. Vamos, cuatro duros que les habrá costado, aunque supongo que gran parte del presupuesto habrá ido a parar al sueldo de Nicki Minaj y al paje que le sujeta el trasero en las pausas del rodaje. Eso sí, aparecen gran parte de los actores negros de las teleseries de los 90 y Deon Cole, guionista de Conan O'Brien. Cosa curiosa, los negros imitan a Eddy Murphy cuando actúan, aunque para ser sinceros, igual es que todos hacen los mismos aspavientos y Murphy no es más que uno de ellos.
Pero vayamos a lo que importa: qué cuenta la película. Desde mi punto de vista, es un análisis muy acertado de la forma de ser de dicha comunidad. Aquí no vemos a ningún policía blanco que mata a un negro desarmado, son ellos mismos, sus bandas, las que cercenan la vida de otros jóvenes negros. Sin embargo, en la vida real tienen mayor relevancia y peso las manifestaciones contra el racismo de sus compatriotas. He ahí el problema de los afroamericanos: la poca capacidad crítica que tienen. Generalizando, obviamente, pues esta película es un ejemplo de lo contrario.
No veo a ningún blanco obligándoles a que se maten entre ellos por el control de los barrios en los que vender drogas o colocar a sus prostitutas como peones de ajedrez. Sí, la gente en esos guettos no tienen oportunidades para desarrollarse como personas, pero eso no es excusa para matar a nadie. Millones de pobres en todo el mundo que llevan una existencia pacífica y no hacen daño a nadie son una muestra de ello.
Los afroamericanos utilizan el racismo como excusa para pedir que todo les sea dado sin esfuerzo ni sacrificio. Es una forma de pensar autodestructiva. El hindú que trabaja en la barbería intenta hacerles ver que tienen que ponerse manos a la obra. A los negros no los va a salvar, no lo hizo, un presidente negro, ni uno blanco, solo ellos mismos. Porque, sorpresa, los políticos están para joder a los ciudadanos pobres, por definición, sin importar su color de piel.
Una negra pregunta cuando fue la última vez que Obama hizo algo por los negros. ¿Acaso un blanco se ha preguntado alguna vez cuando fue la ultima vez que Bush hizo algo por ellos? Aparte de bajarles la gasolina. ¿Qué espera que haga? ¿Que les de dinero solo por ser negros?
Para evitar una masacre tras la muerte de un pandillero, en la barbería deciden promover un alto el fuego entre las bandas durante el fin de semana, ofreciendo cortes de pelo gratis. Aunque al principio la paz cubre las calles, todo parece descarrilar cuando muere asesinado un personaje secundario del que tienen que poner imágenes en flashback de media hora antes porque el espectador por el nombre no tiene cojones de recordar quién es. Esto me hizo especial gracia, todo hay que decirlo. Ante la noticia, el dueño de la barbería, un Ice Cube permanentemente cabreado por no haber sido nominado a los Grammy Latino, piensa en tirar la toalla, pero como en toda película de sobremesa que se precie en la que no haya secuestros o violaciones, todo termina bien, con visita del doble de Obama incluida.
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