El título es muy claro. No trata del star system americano, con su glamour, sus Oscar y sus producciones millonarias, sino de ese otro que también mueve montañas de dinero pero que usan los Oscar para... para... que se lo meten por el chumino, vaya. Hablamos de la industria del porno, tradicionalmente anclada en California, porque allí siempre hace bueno y las buenas gentes que andan en pelotas todo el dia no se constipan; concretamente a finales de los 90 y principios de los 2000.
En este documental se hace un repaso superficial pero certero de todo lo relacionado con el cine porno de aquellos años. Es entonces cuando ya se empieza a notar de forma prominente el fin del modelo clásico de películas con cierto argumento en detrimento del cine gonzo, primero y más tarde de la grabación de escenas sueltas que simplemente muestran el acto sexual, precedido, acaso, por una pequeña entradilla en el que se expone el fetiche del vídeo en cuestión.
Se culpa de esta evolución a las nuevas tecnologías, en aquellos momentos el VHS, que redujeron los costes de producción e hicieron que advenedizos pudieran grabar sus propias películas. Esto, unido a un aumento de la distribución, que ya no se limitaba a los cines sino a los hogares de millones de personas, hizo que se maximizara el beneficio de los productores y atrajera como la miel a las moscas, a miles de jóvenes que buscaban en el porno dinero fácil o una vía de ingreso en el cine convencional, puerta que nunca funcionó, según cuentan varios protagonistas de la industria, cuyas entrevistas se ven salpicadas de pequeños cortes de sus películas, en los que se ve menos de lo que uno desearía.
Otro aspecto que trata es el de la insensibilización que causa el porno. No es un tema en el que se profundice, porque de hecho no ha sido hasta 2015 más o menos cuando no se ha tratado abiertamente de dicho problema, pero se puede intuir en la aparición de Max Hardcore, que cubre la necesidad de un grupo de pornógrafos por sensaciones más fuertes tras haber disfrutado del porno clásico durante años. Esto derivó en las producciones actuales en los que la violencia contra las actrices es palpable en muchas escenas.
La parte final del documental trata del problema del SIDA en la industria y de varios contagios famosos, siendo esta la parte más aburrida y más educativa, pues sirve para concienciar de dicha problemática, parece que apartada del foco mediático en la actualidad.
Para el que conozca el mundo del porno, este documental no le descubrirá nada nuevo. Si hay alguien que sea profano en la materia, es una buena puerta de entrada para descubrirlo.
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