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Luz de Luna - Temporada 1



La nostalgia es útil para romper el hielo en una reunion de cuarentones (el termino más adecuado seria cuarenteañeros, pero es más largo. Mira, ya me has hecho escribirlo) Como decía, si estás reunido con varios viejóvenes y no conoces a ninguno, nada como preguntar si alguien vio Los caballeros del zodiaco para recibir un par de Meteoros de Pegaso y una proposicion no formal de coyunta por parte de un seguidor de Andrómeda.

Pero como una novia en Erasmus, la nostalgia puede llegar a ser engañosa. Que se lo digan a El gran héroe americano, que pasó de mito televisivo a vivir debajo de un puente catódico junto a Yupi y Astrako, cuando la repusieron hace no muchos años. ¿Habrá adolescentes hablando hoy día sobre esa serie del tío del traje de superhéroe rojo que pusieron en Cuatro y que duró poco tiempo?

Recordaba Luz de luna, la famosa serie de detectives, de otra forma. Cierto es que recordaba poco, muy poco; apenas cierto protagonismo de la Señorita Topisto y su novio, y la tensión sexual entre sus protagonistas. Para los que nacieron ayer, literalmente, recordar que estos eran el pelo de Bruce Willis y los brillos de Cybill Sheperd, pionera en el uso de los filtros de Instagram cuando Internet solo servía para ganar la guerra nuclear. ¿Seguirá estando buena? Apostaría el bazo a que sí.

Vaya sorpresa al comprobar, nada más ver el piloto, que dicha tensión estaba casi resuelta, aunque se fue recuperando en capítulos posteriores para mayor gloria de sus seguidores, gran parte de los cuales seguían las andanzas de la agencia de detectives "Luz de luna" para ver si ambos actores tenían hijos, o al menos lo intentaban apasionadamente encima de sus amplias mesas ochenteras.

Eso es algo de lo que poca gente habla: el tamaño de las mesas de los jefes en los 80. Eran mesas espaciosas y amplias, diáfanamente decoradas con una agenda de contactos, un teléfono y poco más. Como no podían meter sus coches en el despacho, lo sustituían con las mesas.

Por cierto, que la agencia se llamaba "Blue Moon", y no "Luz de luna", al menos en esta primera temporada, siendo este el apelativo que recibía Cybill, por haber protagonizado un anuncio de un champú con el mencionado nombre. Imagino que dicho calificativo le viene por los brillos que decoran su belleza gélida cada vez que aparece un primer plano suyo en pantalla. La pantalla irradia luz. Desconozco si se trata de un efecto sugerido por ella o por el director de la serie para enfatizar su rostro virginal.

El argumento es de sobra conocido: Maddie Hayes es una conocida modelo a la que su contable roba su fortuna, justo lo que le pasó a Rocky. Lo único que le queda es su participación en diversos negocios, uno de los cuales es una agencia de detectives dirigida por un inepto Bruce Willis, que lo único que sabe hacer bien es camelar a la pobre de Maddie para que no cierre el chiringuito, deficitario a todas luces. El involucrarse en un caso con nazis y diamantes de por medio hace que esta acepte ser socia de Bruce.

Durante la temporada vemos las dificultades para conseguir sacar adelante la agencia, ante la ausencia de clientes, aunque alguno les contrata porque de lo contrario no tendríamos serie. Los capítulos son autoconclusivos y salvo el cortejo de apareamiento entre los dueños de la agencia, no hay un hilo común entre ellos.

Los guiones son... ochenteros. Se puede decir que gran parte de estas series compartían el mismo esquema y las mismas características. No hay giros inesperados, las tramas son simples, la coherencia narrativa se las trae floja, los diálogos, en especial los de Bruce, están "over the top" (y ya me duele no encontrar un término en español como sustituto de este, pero es que se le ajusta muy bien), los malos son muy malos e incluso aparecen los rusos, cómo no.

Pese a todo, se hace agradable volver a revisitar esos pequeños rincones de nuestro pasado, especialmente si lo hacemos con alguien con el que planeamos asentar nuestro futuro.
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