La práctica de despreciar todo lo que va dirigido al gran público cual crítico francés de las artes se inició con las precuelas de Star Wars, injustamente criticadas. El público que había crecido con las aventuras de Luke maduró y quiso que la saga creciera con él, pero eso no era posible. Por ello el chasco que se llevaron los fans con las nuevas películas de Lucas. Los que no vieron en su juventud la trilogía clásica, tienen mejor opinión de los Episodios I-III, destacando únicamente los defectos cinematográficos, que obviamente padecen. A mi juicio, estas mantienen el tono de la trilogía original; las nuevas películas de Disney, ensalzadas por muchos, NO.
Star Wars siempre fue fantasía, un cuento de caballeros y princesas con espadas láser y naves espaciales en lugar de podencos. Los soldados imperiales no daban una, los buenos eran buenos y los malos, terribles, aunque luego alguno se redimiera. El realismo sucio con aroma a hard sci fi no le sienta nada bien. Un tratamiento que, paradojicamente pues Disney lo destruyó de un plumazo en cuanto adquirió Lucasfilm, sí que quedaría mejor en el Universo Expandido.
Puede que al Episodio VII se le pueda perdonar este cambio en el paradigma visual y narrativo, al fin y al cabo han pasado más de tres décadas desde el final de El retorno del Jedi y todo evoluciona, pero a Rogue One, que tiene lugar días antes de los acontecimientos del Episodio IV y acaba dos minutos después del inicio de esta, no.
Si se vieran todas las películas de Star Wars de forma cronológica, al llegar a Rogue One, el estilo visual nos sacaría de la historia. Pero no solo esto. La emboscada a la patrulla de stormtroopers en Jakku por parte de los mujaidines de Saw Guerrera podría formar parte de una cinta sobre la batalla de Fallujah con un simple cambio de uniformes y armamento. El crisol de razas y culturas que se puede ver en todo el metraje es totalmente incoherente con la saga, en la que no salía un solo mexicano o chino o jamaicol. Vale, salía un negro, curiosamente en Rogue One, no. Y ojo, que la aparición de un miembro de otra raza no hubiera desentonado, pero ante la ausencia de todas ellas en el resto de las películas, uno llega a preguntarse si acaso no murieron todos los racialmente diversos en el Planeta Florida. ¿Dónde estaban los asiáticos en El imperio contraataca? ¿Dónde estaban los árabes en El ataque de los clones?
Como película independiente está entretenida. Resucitan digitalmente a Peter Cushing y Carrie Fisher, de forma notable, y para una tarde tonta te puede valer. De hecho la considero mejor que el Episodio VII, que tiene sus propios, y numerosos, fallos. Como película dentro del canon cinematográfico de Star Wars, pese a guiños que solo los que perdieron la virginidad con la Marcha Imperial reconocerán... se queda bastante coja. Lo mismo debieron pensar los responsables para que a última hora tuvieran que meter un par de minutos de Darth Vader repartiendo sabiduría, no fuera a ser que la gente saliera decepcionada. Esta aparición hace que la película me deje con una sensación de final abortado. Esta debería haber terminado con los protagonistas abrazados en la playa, un travelling hacia el espacio, la estela de una nave saltando al hiperespacio y... fin.
A cada película que estrena la Disney, se va engrandeciendo más la segunda trilogía. ¿Elevará a los altares el Episodio IX a El ataque de los clones? No apuestes en contra mucho dinero.
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