Han pasado algunos meses desde los acontecimientos de la temporada pasada. Quizá algún año, no lo dejan claro. Nos encontramos ante una muestra de cómo se puede hacer un primer episodio de temporada presentando la situación de los personajes y que pase algo. Aunque para ser honestos, en The Strain no hay tantos personajes como en GOT y ni siquiera se dice dónde están todos.
El Dr. Ephraim Goodweather vive de incógnito en Philadelphia. Le vemos preparar una bolsa con todo tipo de artilugios médicos y sale a la calle a un mundo que ya no es el nuestro. Como decía, han pasado varios meses desde que una bomba nuclear accionada por el hijo de la gran puta, nunca mejor dicho, de Eph Jr., estallara en Nueva York y sumergiera al mundo en un invierno nuclear. Esto está muy mal explicado en este primer capítulo e imagino que se irá desarrollando a lo largo de las próximas entregas.
En el libro, el Maestro iba tras las centrales nucleares, las cuales hacía estallar para librarse de los otros Vampiros Jefes y para crear el mencionado invierno nuclear que ocultara el sol. Una vez eliminada de los cielos la amenaza del astro rey, los strigoio salían de sus escondites y comenzaban una revolución política en la que asesinaban a las élites mundiales, tanto políticas como financieras, y establecían un régimen de terror en el que gran parte de los humanos podía seguir manteniendo una vida normal siempre que no fuera seleccionados para las múltiples factorías de sangre que salpicaban el globo.
En la serie no explican cómo se formó el invierno nuclear con una sola bomba así que debemos suponer que se inició algún tipo de guerra. No es lo más importante, desde luego.
Eph trabaja de médico del mercado negro a cambio de bienes de consumo poco comunes, como el alcohol. Poco le ocurre a su personaje más allá de saber que ya pasa de salvar al mundo y solo quiere salvar su culo. El muy gilipollas seguirá queriendo salvar al hijo, eso sí, pero bueno. Su actitud empieza a cambiar cuando conoce a un par de terroristas del guetto que han volado el camión en el que iba como prisionero tras ser capturado en una redada vampira.
Lejos de allí, nuestro ucraniano favorito se encuentra en el medio oeste americano en busca de un misil nuclear. En el libro conseguía una bomba atómica en su tierra natal, pero aquí no se pueden permitir grandes gastos y la buscan por casa. Lo del libro tiene más lógica, porque el Maestro se ha dedicado a recolectar todas las armas no vaya a ser que le de a alguien por tirarle una a él. Es de suponer que en los USA no quede ninguna pero sí en los bajos fondos postsoviéticos.
Como curiosidad, va acompañado de la doctora de The Last Ship y de Quinlan, el medio vampiro. Ni rastro de la rubia hacker, el chicano ninja ni de Setrakian, aunque por un sueño que tiene Fett, se sobreentiende que continúa en Nueva York intentando descifrar el libro. Al final, parece que encuentran la pista de un silo y... fin.
Ah, bueno. Se me olvida la aparición del niño hijo de puta, que además de un bastardo malnacido es totalmente gilipollas. Si ya lo demostró al no reconocer que su madre estaba muerta y se comía a otros niños, en este episodio vuelve a quedar como un imbécil al creer en las alucinaciones de su madre que le imbuye en la mente el Maestro, que ya ha dejado caer que le va a hacer un "snowball" en cuanto haya hecho de él un hombre, algo que no va a suceder por mucho que intente que se tire a la chica de la limpieza, porque el crío es un puto emo sin cerebro. Todas mis esperanzas con la serie están puestas en que muera de la forma más horrible posible. Ni redención ni hostias, ¡muerte dolorosa!
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