Esta serie va de un collar que un capo gitano quiere comprar por un malentendido con su señora esposa. El collar pertenece, ni más ni menos, que a Ava Gardner, actriz norteamericana que vivió en España durante algunos años desde mediados de los 50, aunque la serie está ambientada a principios de los 60. España por aquella época seguía prácticamente aislada de la sociedad internacional, recelosa de complots judeo-masónicos y por ello se le encarga a una destacada miembro de la sección femenina que entre en casa de la actriz como sirvienta para espiarla. Como marido se le asignará al pariente de una compañera falangista, que será el motor de la mencionada trama del collar. No hay más. Bueno sí, al final hay un discurso feminista que sirve de contrapunto al reaccionario que da la misma persona en el primer capítulo y que no viene a cuento. Ya está. No hay más. Se supone que debemos ver una evolución en la sirvienta pero no es evidente, al fin y al cabo quizá siempre fue una amante del sexo reprimida por la sociedad que la rodeaba y que se desata en contacto con el libertinaje artístico. Quizá ese sea el mensaje después de todo.
Podemos ver pinceladas de la biografía de la Gardner, doy por supuesto que todo lo que aparece es real, que no la dejan en muy buen lugar, aunque prácticamente todos los ídolos de la edad dorada de Hollywood han ido cayendo a lo largo de estos años y ya nada sorprende. Aparece la chavala de "La llamada" haciendo de ella misma, quizá por su tono de voz tan característico unido a su forma de hablar, y algún que otro actor de renombre nacional. Entre las personalidades famosas del momento, destacan por su peso en la ¿trama? el matrimonio Perón, que sufre el ruido escandaloso de las fiestas que monta su vecina americana. Están para rellenar, como casi todos. Se supone que la serie es una comedia pero poco hay con lo que sonreir siquiera. Una cosa que me decepcionó un poco a juzgar por las imágenes promocionales, el nombre y la cabecera cambiante, es la falta de escenas tórridas más allá de un par de ellas grabadas para salir del paso y alguna que otra teta explayada. Hay más chicha en cualquier anuncio de desodorante.
Se da la circunstancia que por algún misterioso fallo de Movistar +, me salté el penúltimo capítulo. Cuando me di cuenta ya había terminado el siguiente, que daba por cerrada la temporada y el caso es que no fue muy necesario el verlo después. Se podía pasar del 6º al 8º sin perderse apenas nada del argumento.
Para terminar, leo con desconcierto y estupor quejas por parte de la "gente" de la presencia de anacronismos y el uso de expresiones modernas al hablar. Vamos a ver, que se trata de ficción. ¡ES FICCIÓN! Como si aparece un coche eléctrico o una PlayStation, los creadores pueden introducir personajes, canciones o cualquier cosa que les salga de ahí. Desde luego esta moda de considerar verosimil todo lo que llega a nuestras manos va a acabar con la cultura. Pero esa es otra historia...
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