Estamos ante otro caso, demasiado habitual, de película que vi hace más de dos o tres años y cuya reseña me presto a escribir ahora. Espero no inventarme demasiado la trama.
Jurassic World 2 nos ofrece una nueva oportunidad de formular la eterna pregunta: ¿se puede hacer una entrega de Parque Jurásico sin niños? La respuesta parece ser, una vez más: no. Antes de empezar, me gustaría saber por qué no se tradujo el título. Se hizo con Jurassic Park, ¿por qué no con esta? Por culpa de esto tenemos un final totalmente absurdo.
"Bienvenidos a Jurassic World", sentencia Jeff Goldblum a cámara como si fuera un vulgar influencer en la soledad de su habitación. Lo que hablaba de la traducción: Nadie dice "Bienvenidos a Jurassic World" en español, a menos que trabaje en el parque Warner y comer tres veces al día dependa de ello. Creo recordar que su presencia sirve de excusa para informarnos de la situación de peligro en la que se encuentra la isla Nublar, a punto de explotar a causa de un volcán. Un diez a los geólogos que dieron el visto bueno para construir un parque de atracciones sobre una bomba geológica. No se podía saber. Gracias a los dinosaurios que se rebelaron en la primera parte, de lo contrario, habría muerto mucha más gente.
Como la isla va a explotar, tienen que salvar a los dinosaurios, repitiéndose en cierto modo el esquema de Parque Jurásico 2. Chris Pratt va para allá o estaba allí, a partir de aquí mi cerebro decidió borrarlo todo. La cuestión es que gente mala, violenta, secuestra a las especies más mortíferas para venderlas en el mercado negro a traficantes de armas o presidentes del gobierno, pero los buenos ganan.
Pelicula multicultural donde las haya, donde no faltan ¡ni los clones! No son los de George Lucas, pero casi. Al Dr. Wu lo meten con calzador para cumplir con la cuota racial con algo de sentido, aunque ya se ve un cambio de tendencia hacia la mezcla racial: el negro de cuota es más bien mulato y la hispana clasista parece asiática. Mención especial para este personaje clasista, arrogante y gilipollas, como la millenial que es y que nos brinda la mayor decepción de la cinta al no acabar en el estómago de algunos de los lagartos terribles que pululan por la pantalla.
La película es tan completa en su agenda NWO que no falta el momento "la humanidad merece morir", cuando la adorable niña-clon libera a los dinosaurios de manos de los traficantes. La muerte futura de centenares o miles de niños por este acto recaerán sobre sus hombros, o lo haría si le importase algo. Recordemos que no es más que un engendro del infierno sin alma.
En resumidas cuentas, cinta donde muere poca gente, todos malos, y donde los personajes multiculturales aparecen y desaparecen a conveniencia. Ideal para los conspiranóicos y los subalternos de Soros.
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