Nos encontramos ante la entrega que menos esencia de Rambo tiene. Ni siquiera podemos diferenciar al veterano de Vietnam de cualquier otro personaje de Stallone. Rocky al menos tiene el gorro de chuloplayas italiano y la chaqueta de cuero; en lugar de Rambo, el protagonista de esta cinta podría tratarse de un Rocky cabreado o de un Tango arruinado que se ha retirado a su rancho.
Al final de Rambo 4, veíamos a John volviendo al hogar de sus padres y yo pensé en ese momento que ahí acababan sus andanzas cinematográficas pero Sly pensó que necesitaba un final más cerrado para su alter ego más famoso junto al boxeador de Philadelphia y de ahí surge está continuación con un avejentado Rambo que ha perdido la cinta en el pelo y que trata de luchar con sus demonios mientras lleva una apacible vida en el rancho junto a su ¿madrastra mexicana? No me quedó claro, y la nieta de esta que un día se va a México en busca de su padre, que la abandonó algunos años atrás. Como es natural, cae en las redes de una organización criminal que secuestra y prostituye a chicas jóvenes. Rambo irá a buscarla y es aquí cuando la película ya empieza a derrapar pues por muy viejo que estuviera no atacaría frontalmente un lugar que no conoce y mucho menos sin controlar las alturas. ¡Es de primero de la guerra! desde dónde le descubren y le persiguen hasta acorralarlo, guiño guiño, y darle una paliza que le deja medio muerto. Este acto provocará que la muchacha las pase p****, con una crudeza impropia de las entregas clásicas, y cuando Rambo vuelva a rescatarla morirá en sus brazos en su camino a casa; que por cierto, los espaldas mojadas tienen que jugarse el cuello para cruzar al lado estadounidense y a Rambo solo le basta atravesar con el coche una raquítica valla.
Lo que sigue es previsible y visto mil veces: escenas de preparación del campo de batalla en los túneles de su finca y ataque de los malos que terminan siendo masacrados en una orgía de violencia gráfica como pocas veces se ha visto en pantalla y que supone una continuación de lo visto en la anterior entrega ya de por sí con una violencia desproporcionada que no era característica o propia del personaje pero hay que adaptarse a los tiempos. Como nota curiosa, es satisfactoriamente irónico que Rambo use las trampas del vietcong que los americanos tuvieron que sufrir para acabar con los malos en un complejo de túneles como los de la selva de Vietnam.
Una película, pues, de acción escasa que se circunscribe a determinados momentos y que pasa de puntillas por el mensaje social y de denuncia que se respira lo largo del metraje. Quizá era el mejor final para un personaje que pasó de marginado social a icono de la ultraderecha para acabar como justiciero solitario.
No te pierdes nada si no la ves, aunque si decides hacerlo, Stallone cobra. Por haber sido rodada en España hay multitud de actores locales como Paz Vega o dos pavos de Al Salir de Clase que encima son los antagonistas, lo cual hace que te los creas poco. Es curioso que el enemigo, quizá por este hecho, se percibe más en el entramado mafioso, con sus corruptelas, sus sicarios, sus soplones omnipresentes, que en el personalismo de un jefe.

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