Pues está claro que, sin ninguna razón literaria aparente, se resucita esta obra del escritor americano, cuya primera versión en papel vio la luz en 1978. Posteriormente, en 1990, King publicó una versión extendida de la misma, para que tuviera un mejor encaje en lo que hoy día se llamaría "Kingverso", pero que primero se llamó "La torre oscura". Sea como fuere, por el éxito de esta nueva versión, y aunque ya se llevaba trabajando en ella desde mediados de los 80, en 1994 se estrenó la versión televisiva de Apocalipsis, una miniserie de cuatro capítulos con actores de primera fila en aquel momento y un pequeño cameo del autor. Si la memoria no me falla, que es muy probable, pude disfrutar de ella en su estreno en Telecinco a finales de la década, convirtiéndose en una de las mejores adaptaciones para la pequeña pantalla de un libro.
En la actualidad, tras el éxito de series postapocalípticas como The Walking Dead y el más macabro de la pandemia de coronavirus, el mundo estaba preparado para un remake de la historia de un grupo de supervivientes de una super gripe que recorrió el globo matando al 99% de la población.
Tras verla, es inevitable establecer paralelismos entre la versión moderna y la primigenia. Así mismo, pese a que en ocasiones se repiten, ya no solo diálogos, cosa lógica partiendo ambas del mismo texto, sino también escenas, casi diría que con los mismos ángulos de cámara incluso, la actualización presenta una serie de notables diferencias que marcan el contexto sociopolítico en el que nos encontramos, descubriendo que hemos retrocedido como sociedad varias décadas.
En la versión de los 90, el gobierno era el causante claro de la pandemia. Se veía en el inicio mismo de la serie, con un soldado huyendo de su garita con la familia mientras deja atrás un laboratorio de bioseguridad de nivel 4 donde estaban experimentando con virus para hacer vacunas. Guiño, guiño, codazo, codazo. En la de 2021, esto se ve, de forma no muy clara, con una escena al final de la serie, cuando ya te importa bastante poco cómo empezó todo. De hecho, la serie de los 90 destila una desconfianza y un conocimiento más real de las acciones del gobierno en una situación así. Se podía ver cómo a un locutor de radio lo mataban unos soldados por saltarse la censura impuesta y decir lo que estaba pasando, en la de 2021, el locutor se suicida; el médico del CDC intentaba matar a Stu, furioso porque este era inmune mientras él estaba condenado a morir por la supergripe, una reacción muy humana que puedes entender, en la de 2021, el médico es un santo al que aplaudían desde el balcón mientras un aura iluminaba su testa, y quien intenta matar a Stu es un matón de un ente indeterminado que nunca se especifica, quizá la mafia de Chicago o los raperos de la Costa Este. El general Starkey de 2021, comenta con Stu cómo los soldados mantuvieron la disciplina más de lo que los modelos predictivos afirmaban; no te puedes meter con los veteranos; en el libro, soldados negros fusilaban a sangre fría a sus camaradas blancos; aparte de que Starkey, viendo que los USA van a desaparecer, ordena a los agentes americanos en el extranjero esparcir el virus por el resto del mundo para que no quede ni uno. Algo de lo que no queda ni rastro, creo que en ninguna de las adaptaciones para la televisión, pues los Estados Unidos son unos santos que jamás harían eso a la humanidad. Espero que se note la ironía.
Nos encontramos pues ante un apocalipsis para niños, en el que los personajes son todos más jóvenes de lo que deberían, siendo especialmente sangrante el de Madre Abigail, que se supone que ronda el centenario, si no lo supera, interpretado por una Whoopie Goldberg que parece una adolescente en comparación. Mucho se habla de la discriminación hacia individuos de otras razas, géneros o peluches, pero poco del apartheid a los ancianos. Además, para rizar el rizo, la historia está narrada de una forma "moderna", con flashbacks continuos que tocan los cojones pues, y lo diré una y mil veces: si un personaje está luchando con un dinosaurio, a nadie le importa un pimiento que se corte la acción para hablar de cómo su compañero de mesa le robaba las grapas en el trabajo cinco años atrás. Abusan además de escenas con musiquilla, pues la calidad de las melodías impide calificarlas de otro modo, para forzar la intensidad de una acción escasa.
Por si esto fuera poco, algunos personajes no están bien tratados. Harold se muestra desde el minuto uno como un ser despreciable capaz de matar a su madre por un polvo, y Nadine Cross no parece capaz de convertirse en la perra de Satán que llega a ser, como si lo hacía la interpretación de Laura San Giacomo.
Una historia minimalista, como todo lo que se hace en este siglo, en el que la disponibilidad de medios y dinero no consigue crear épicas historias de escenarios apabullantes y sobrecogedores. Todo es pequeño, simplón, ideológico... un coñazo insufrible. Recomiendo ver Tras el corazón verde, antes que esta pérdida de tiempo producida al calor del dinero fresco impreso por la FED.
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